lunes, 24 de junio de 2024
El alto precio de la semilla obliga a utilizar este insumo de una manera racional, con el objetivo de maximizar su potencial genético, los rendimientos, reducir costos y riesgos como el daño por acame. La tendencia hacia mayores densidades de siembra en maíz es una realidad.
La forma en como produciremos maíz en el futuro será en base a sistemas enfocados a la sustentabilidad y a la tolerancia al cambio climático. Las nuevas tecnologías de producción proponen incrementar la densidad de población en el cultivo de maíz de 110 mil a 135 mil plantas por hectárea ajustando el surco a 70 cm para mejorar la distribución de plantas en el campo.
El objetivo es lograr de 150 mil hasta 170 mil plantas por hectárea, reduciendo al mismo tiempo de 70 a 50 cms. la distancia entre surcos.
Estos sistemas tienen como premisa la seguridad alimentaria, el mejor uso de los recursos, y ayudar a los agricultores a enfrentar los retos del cambio climático a través de la tolerancia a condiciones adversas.
Con la tecnología tradicional los mejores resultados se obtienían sembrando en surcos a 75 ó 76 cm y en este caso para tener la población deseada se requiere sembrar de 6.5 a 7.5 semillas por metro lineal. En caso de sembrar en surcos a 80 cm., dicha población se obtiene depositando de 7 a 8 semillas por metro.
Se tenía la idea que poblaciones mayores no incrementaban el rendimiento, incluso podían llegar a disminuirlo por la competencia entre las plantas por luz, agua y nutrientes o por problemas de acame, debido a la debilidad de sus tallos, además que se incrementa el costo. Una población menor implica reducciones en el rendimiento de 1 a 2 toneladas por hectárea por cada planta cosechada de menos en dicho rango. Por el contrario, una población mayor representa un incremento en el costo de producción por hectárea por costo de semilla, considerando un precio de $4,650 la bolsa de 80,000 semillas.
Método de siembra
En pruebas realizadas los pasados 7 años se han producido de manera consistente rendimientos de 1 a 2 toneladas por encima del promedio de Sinaloa alcanzando 16.5 toneladas por hectárea, con un mejor aprovechamiento de la luz para destinar más energía y nutrientes a la producción de grano, conservando la humedad del suelo 10 días más que otros maíces, usando menos agua durante el ciclo productivo, eficientando la absorción de nutrientes e incrementando el potencial de rendimiento y la salud de la planta.
En suelos de barrial y en el sistema convencional, la siembra puede realizarse en seco o en húmedo; en suelos de aluvión o en los sistemas de labranza reducida o de conservación es preferible en húmedo. Al sembrar en seco es conveniente depositar la semilla de 3 a 4 cm de profundidad, en el lomo del surco y regar por trasporo; asegurarse que el nivel de salinidad no sea mayor a 2.5 mmhos de conductividad eléctrica, para reducir problemas en la germinación por la acumulación de sales en el centro del lomo del surco al regar en surcos continuos en este sistema. Al sembrar en húmedo procurar depositar la semilla de 6 a 8 cm de profundidad.
Es importante que la tierra haya “dado punto” para lograr un buen sellado, y evitar que se tape el orificio del tubo de descarga de la semilla, y que no se adhiera demasiado suelo húmedo a los machetes de la sembradora como a la llanta selladora, pues puede provocar que la semilla quede a menor profundidad de la requerida, provocando un mal anclaje de la planta, con posibilidades de perderla.
Distribución de la semilla
La distribución de la semilla, combinada con una adecuada colocación, tanto en profundidad como el sellado de la misma, aseguran el contar con una densidad final adecuada que favorezca el desarrollo de las plantas, disminuya efectos de competencia entre ellas mismas y la maleza, y no represente un costo adicional, especialmente cuando se decide a “tirar” un poco más de semilla de la recomendada para asegurar mayores indices de germinación. Una buena distribución se obtiene principalmente realizando la siembra a una velocidad del tractor entre 5 y 10 km/hora, y utilizando preferentemente sembradoras neumáticas o de precisión.
Espacios vacíos
Los espacios vacíos o fallas de población son aquellos espacios perdidos o sin plantas que por una mala germinación, daño por plagas o mecánico, o bien por una mala distribución de la semilla, quedan desocupados aun cuando en ocasiones la cantidad de plantas presente sea la planeada o requerida para un rendimiento aceptable.
Se tiene determinado que a partir de 5,000 fallas de plantas por hectárea se da un decremento en el rendimiento pudiendo bajar aproximadamente 3 ton/ha cuando las fallas son muy elevadas, esto es cuando son entre 15,000 y 20,000 fallas por hectárea, lo cual se ilustra en la Gráfica 1.
Por ello es conveniente mantener un control eficaz en el control de plagas del suelo y gusano cogollero, principalmente, desde la primera semana de la emergencia hasta durante los 45-50 días después de la siembra, evitar el daño físico a las plantas al momento de realizar cultivos o abrir surco, y mantener un adecuado control de maleza.
Maíz