Roya del cafeto (Hemileia vastratrix)

En Colombia

viernes, 20 de septiembre de 2024

La roya del café es considerada una de las enfermedades de plantas más catastróficas de toda la historia. Está dentro de las siete pestes y/o enfermedades de las plantas que ha dejado mayores pérdidas en los últimos 100 años.

Es el principal problema fitosanitario de alto impacto para la caficultura. Las pérdidas en América Latina se calculan en 30% de las cosechas.

El impacto socio económico que puede generar una epidemia de roya del cafeto en Latinoamérica es de dimensiones incalculables. Nueve países latinoamericanos exportan café arábigo.

En Brasil el cultivo de café representa más del 6% de todas las exportaciones agrícolas. En Colombia dependen de este cultivo más de un millón de familias.

La roya del cafeto es una enfermedad causada por el hongo Hemileia vastatrix. El café es el único hospedero conocido de este hongo perteneciente al Phylum Basidiomycota, Orden Uredinales, Familia Pucciniaceae. Considerado un parásito obligado, no puede sobrevivir en el suelo o en material vegetal inerte; hasta la fecha no ha sido posible su cultivo en laboratorio.

La roya dejó entrever su gran importancia desde que se dieron a conocer las dos primeras epidemias documentadas. En el año 1868, en la isla de Ceilán hoy en día Sri-Lanka, el daño fue tan grave que quienes cultivaban el cafeto al no conocer la enfermedad ni su control, decidieron arrancar los cafetales y sembrar té. Posterior a este hecho, investigaciones efectuadas en África, Asia e India permitieron observar que sí se podía controlar la enfermedad.

Con la llegada de la roya a Brasil iniciando los setentas, se estimó que en cultivos donde las plantas no habían sido tratadas los porcentajes de infección llegaron hasta un 80%, mientras que las plantas tratadas con fungicidas protectantes presentaban porcentajes iguales o inferiores a un 5%. Apareció en Centroamérica aproximadamente en 1976, y en Colombia llegó en los 80´s afectando los cultivos de las áreas bajas de 600 a 1000 msnm.

La roya del cafeto afecta a las plantas de café mediante la caída prematura de las hojas infectadas, lo cual puede reducir el rendimiento en un 50%.

Una epidemia de la roya presenta tres fases claramente identificables en procesos denominados policíclicos. Una fase lenta con infección de unas pocas hojas; posteriormente una fase rápida o explosiva y una fase terminal o máxima.

Los síntomas corresponden a lesiones cloróticas, inicialmente con decoloración de áreas de la hoja, especialmente hacia los márgenes, donde tiende a acumularse más agua, y posteriormente con gran presencia de urediniosporas del hongo que se reconoce como el polvillo amarillo o naranja ubicado por el envés de la hoja afectada. Los cultivos atacados disminuyen drásticamente su producción porque se afecta la economía energética de la hoja, la cual es responsable de tres procesos vitales (fotosíntesis, respiración y transpiración); al ser atacada reduce su funcionamiento y puede incluso desprenderse del árbol. A mayor número de hojas enfermas, mayor es el impacto de la producción.

Dentro de los factores biológicos, físicos y ambientales que facilitan la propagación de la roya del cafeto.  El agua es esencial para la dispersión y germinación de las esporas del hongo, la existencia de una epidemia de roya del café requiere de lluvia. Algunas investigaciones han concluido que la dispersión de la roya por el aire es de poca o ninguna importancia y que las salpicaduras de la lluvia son el agente principal, no solamente para la dispersión, sino también para la liberación de esporas.

Bajo condiciones favorables para la enfermedad (21 a 25°C) la urediniospora germina dentro de las primeras 72 horas, produce síntomas tempranos entre los 12-15 días de infección y genera nuevas urediniosporas en las lesiones en otros 18-22 días.

En la India se encontraron insectos de especies Euphysothrips subramanii y Scirtothrips bispinosus que se alimentaban de pústulas de la roya y que llevaban un número elevado de esporas en su cuerpo. En Kenia se encontró que las larvas de dos especies de Dípteros (Cecidomyiidae) Lestodiplosis spp. y Mycodiplosis spp. se comían las esporas. Y bajo condiciones de laboratorio, se encontró que tales insectos llevaban un promedio de 37 esporas. Estas observaciones indicarían que también los insectos pueden jugar un papel en la propagación de la enfermedad.

Es posible que la enfermedad sea llevada de una geografía a otra a través de especies vegetales importadas de otros países.

Este hongo necesita condiciones especiales para parasitar la hoja del café. En Colombia y otras regiones productoras de América, durante los últimos años se han presentado alteraciones en las condiciones climáticas (aumento de la precipitación, cambios en la temperatura del aire, disminución del brillo solar y alta humedad relativa), generando estrés en las plantaciones de café y ambientes propicios para desencadenar epidemias de roya, en aquellas variedades que carecen de genes de resistencia al hongo.

Una medida que se puede tomar para evitar esta enfermedad de manera eficiente y sostenible así como económica y ambientalmente, consiste en la renovación de cafetales con materiales resistentes a la roya.

En el caso de Colombia investigaciones de La Federación Nacional de Cafeteros, a través de Cenicafé, han permitido que desde 1982 los caficultores cuenten con variedades resistentes a la roya. En 1982 se inició la distribución de la variedad Colombia y en 2005, Cenicafé liberó la Variedad Castillo® en la que además de los atributos de resistencia, se incorporaron otros como tamaño de grano, calidad y productividad.

Para controlar la aparición de la enfermedad y/o erradicarla del cultivo, el control químico es uno de los componentes más importantes en un programa de manejo integrado de la roya del cafeto. El éxito de las aspersiones dependerá del adecuado manejo agronómico del cultivo, del momento oportuno, la selección del fungicida y de la correcta tecnología de aplicación.

Actualmente cuenta con información sobre la eficiencia de ingredientes activos (cobre, triazoles, estrobilurinas) así como las dosis adecuadas para lograr un control efectivo. En Brasil, hay por lo menos 16 ingredientes activos para combatir a la roya.

Igualmente el manejo de podas en el cultivo de café, es una práctica que estimula el crecimiento de tejido productivo de la planta y elimina parte del inóculo, así como el tejido dañado y/o muerto por efecto de la roya. Debe ser planificado y realizado de acuerdo a la edad de la plantación, registros de producción, sanidad de tejidos, entre otros.

Es importante considerar la equilibrada fertilización, adaptada al requerimiento de la planta. Los nutrientes ejercen funciones específicas en el metabolismo del cafeto, apoyan el crecimiento y la producción. Manejar adecuadamente la fertilización mejora las condiciones de resistencia del cafeto a enfermedades. El requerimiento de la planta de café es mayor cuando manifiesta su máxima producción. Es necesario realizar análisis de suelo, análisis foliar y adicionar materia orgánica desde la siembra, ya que mejora las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo.

Con las tecnologías actuales, en América Latina actualmente las pérdidas por la roya del cafeto han llegado hasta un 30% de cada cosecha.

En Nicaragua y El Salvador, la roya y otras enfermedades han afectando seriamente las plantaciones en varios departamentos incrementando el riesgo de la cosecha 2021–2022. El cambio climático ha aumentado el impacto de la roya, porque el ataque se ha expandido a las zonas de mayor altura.

La pérdida es inmediata por los frutos que caen o no maduran debido a la defoliación de las plantas. A mediano plazo, ocurre disminución de la producción para el siguiente año por el debilitamiento de los cafetos afectados. En algunas plantaciones de café con manejo deficiente, hay muerte de ramas y los agricultores tendrán que podar o renovar su cultivo.

Actualmente, la Industria de la Ciencia de los Cultivos trabaja para incrementar la productividad, y se enfoca integralmente en todos los componentes del rendimiento del cultivo, como el número de plantas por hectárea, el número de frutos por cada árbol, el peso del fruto y la sostenibilidad del cultivo. Desde esa perspectiva se trabaja con los productores para obtener cafetales sanos que superen las limitantes biológicas, ambientales, socioeconómicas y nutricionales.

Se desarrollan fungicidas que inhiben la síntesis de ergosterol en el hongo tales como difenoconazol y hexaconazol, y más recientemente una mezcla entre una estrobilurina con un triazol.

También se trabaja en la nutrición del cultivo para mantener un follaje que soporte la capacidad de carga de la planta y que presente mayor resistencia a cualquier agente que genere una condición de estrés.

Los avances para proteger los cafetales de la roya son significativos en cuanto a la sostenibilidad y la protección ambiental. Las cantidades de fungicidas de última generación actualmente llegan a centímetros cúbicos por hectárea, mientras que a comienzos de siglo se utilizaban kilogramos por hectárea.

Desde que fue descubierta la roya del cafeto en el año de 1861, distintas alternativas de protección han surgido. Reportes de 1895 relatan cómo se utilizaba el caldo bordelés (un kilogramo de sulfato de cobre, un kilogramo de cal viva y 100 litros de agua) para el manejo de la enfermedad. Por la misma época también se trabajaba con oxicloruro de cobre en Asia, África e India, con dosis que oscilaban entre 3.0 y 6.0 kilogramos por hectárea utilizando volúmenes de aplicación desde 100 hasta 1,100 litros por hectárea. Posteriormente en 1958, Saccas y Charpentier llevaron a cabo en Africa experimentos de aplicaciones de fungicidas, para evaluar la eficacia de otros productos como captan, zineb y ziram, los cuales dieron resultados similares a los del oxicloruro de cobre pero con una disminución en la caída de hojas.

En 1970 la Universidad Federal de Viçosa en Brasil, inició pruebas de campo para evaluar la eficacia de algunos fungicidas. Trabajo liderado por el profesor e investigador Geraldo M. Chávez del departamento de microbiología de dicha universidad. Los fungicidas evaluados controlaron la enfermedad con aplicación de productos a base de cobre con una dosis de 2.0 kilogramos por hectárea y aplicaciones espaciadas cada cuatro semanas. Los resultados fueron contundentes, las plantas no tratadas presentaron porcentajes de infección que oscilaron entre un 40 al 80% mientras que los porcentajes en plantas tratadas se mantuvieron por debajo de un 5%.

En las últimas décadas se han desarrollado fungicidas sistémicos, los cuales tienen efecto inhibiendo la germinación de las esporas, producción de haustorios y en algunas ocasiones la penetración del patógeno. Dentro de los fungicidas sistémicos se encuentran principalmente los que pertenecen al grupo de los triazoles tales como Ciproconazol, Flutriafol, Flusilazol, Hexaconazol, Propiconazol y Triadimefón. Estos fungicidas permiten atacar el hongo durante el crecimiento miceliar y la formación de las pústulas.

Hoy en día se ha logrado obtener buenos resultados con unas sustancias fungicidas encontradas originalmente en el hongo Strobilurus tenancellus, conocidas como Estrobilurinas, las cuales presentan efecto sobre la germinación, penetración y esporulación del patógeno.

También se han desarrollado productos en mezcla entre triazoles y estrobilurinas permitiendo tener un amplio manejo sobre todas las etapas de desarrollo del patógeno. Por ejemplo los fungicidas Azoxystrobina (Estrobirulina) a 70 cm3/ha en mezcla con Cyproconazole (Triazol) a 30 cm3/ha de ingrediente activo, respectivamente.

Desde la década de los noventas se han venido desarrollando trabajos con microorganismos tales como Bacillus thuringiensis, distintas especies de Pseudomonas y Lecanicilliun lecanni entre otros, sin embargo debido a su inconsistente desempeño en campo, hoy en día la aplicación de estos productos no es una práctica común o recomendada.

Algunos expertos plantean una convivencia con la enfermedad, que ha permitido fortalecer una cultura cafetera con conocimiento, que utiliza distintas medidas de control de manera integrada y coherente con el desarrollo agronómico, no sólo de la enfermedad, sino en general de todas las variables que afectan el sistema productivo cafetero. 

La sostenibilidad entendida como económica, social y ambiental, enfrenta desafíos coyunturales. El precio internacional del café ha disminuido significativamente lo que limita las capacidades de inversión de los productores. Para el corto plazo la protección se aprecia como el recurso más viable, considerando la disponibilidad de productos fungicidas muy efectivos, que obviamente deben ser adecuadamente aplicados y en las épocas oportunas. Los productores deberán considerar la renovación de sus plantaciones de variedades susceptibles y plantas envejecidas, sustituyéndolas por variedades resistentes.

Los agricultores debido a la magnitud del problema de la roya, están receptivos a las nuevas tecnologías, sean al uso de nuevos fungicidas para la protección, o la adopción de variedades resistentes. Pero ambas situaciones dependen de la capacidad de inversión de cada uno de ellos. Ante el problema actual de la roya del café, en cada país, región o finca de agricultor se debe hacer un análisis de la problemática y recomendar las tecnologías factibles de implementar. AS

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